sábado, 23 de enero de 2010

Amor de padres

Fue el pasado jueves por la tarde, al salir del trabajo, y tras recoger a los niños de casa de mi madre. Venía de vuelta en el coche, escuchando como mi hijo Ángel me contaba todo lo que le había ocurrido ese dia (4 años tiene el "gorrión"), y de fondo tenía la radio puesta.
Eran casi las ocho, y a mí me encanta a esa hora (cuando puedo) (que son pocas la veces) escuchar la "editorial" de Carlos Alsina, de OndaCero. Mi hijo seguía contandome cosas (porque además es un parlanchín en cuanto se mete en el coche) y mantenía un simpática y gratificante conversación con él.
Dieron las ocho y comenzó el programa, y mi atención dejó en un segundo plano a los niños para centrase en la radio. Angel seguía contandome cosas, pero yo compartía ya mi atención con Carlos Alsina, la conducción y él, siendo él el peor parado de todos. De repente una voz del asiento de atrás. ¡¡Papá!! ¡Que no me estás escuchando! Y entonces ante un amago de decirle: "espera que termino de escuchar esto y hablamos", recibí una buena colleja de ese "angelito" que llevamos en el hombro derecho diciendome: "todo el día fuera de casa, y para dos horillas que hoy vas a compartir con tus hijos, prefieres ponerte a escuchar la radio". Y, tengo que reconocerlo, totalmente de acuerdo con la voz de la conciencia y avergonzado, bajé la radio y volví a disfrutar de mis hijos durante lo que me quedaba de jornada.

Es cierto. A veces no sabemos lo que tenemos, y lo importante de dedicar la máxima atención a dar cariño a nuestros hijos.
No, no se trata de que ellos marquen nuestras tareas, ni que se conviertan en los dueños absolutos del tiempo. Podemos darles a nuestros hijos la mejor casa, la mejor comida, los mejores juguetes, los mejores libros, el mejor cuarto, las mejores vacaciones,..... pero si no les damos tiempo, amor y cariño, todo lo demás les va a sobrar.

En mi experiencia como profesor, he visto ya pasar muchos niños y jóvenes por el colegio. Y creanme, te das cuenta de que los hijos no son lo que los padres quieran que sean, ni son el reflejo de sus padres, ni son el fruto de una mera "inversión" de bienes. Son el reflejo del cariño, del dialogo, del amor y del tiempo que les han dedicado sus padres.

Lo de "yo les he dado lo mejor" o "se lo hemos dado todo" no sirve para nada si no les has dado LO MEJOR DE TÍ. O sea tú mismo. Tu compromiso de padre, tu cariño, tu tiempo, tu dedicación, tu escucha. Y por supuesto, el ejemplo. Actuar de forma correcta y congruente en la vida, eso es lo qué, junto al amor, más va ayudar a nuestros hijos en la vida. Ver en nosotros la honradez, la rectitud de intención, el esfuerzo, el orden, el trabajo, la sinceridad, el respeto, la caridad, la fe comprometida, eso es lo que va a marcar huella en ellos, porque ellos ven en nosotros un referente.

Algunos pensarán que esto es una esclavitud. Pero las cadenas del amor no oprimen, liberan.
Y esto no supone dejarles hacer lo que quieran, ni pensar que no pueden llorar, ni sobreprotegerlos. Al contrario. Amarlos es no permitir que se conviertan en unos tiranos. Darles toda nuestra atención para que actuen correctamente, no guiados simplemente por el capricho momentaneo. Y sufriremos cuando lloren al no dejarles hacer algo, o al guiarles en como tienen que hacer lo correcto. Y es que existe un punto medio entre no "prestarles atención" y ser el foco exclusivo de atención.

Y mi experiencia como padre, me dice que se vuelven a cometer mucha veces los mismos errores con el segundo que con el primero. Y que lo que lo que te prometiste no volver a hacer, lo vuelves a repetir, y que a veces caes en el capricho. Y a veces haces lo que es más facil y no lo que es mejor. Y que otras veces cedes y "se salen con la suya". Pero el amor, lo lima todo. Y si seguimos trabajando en el compromiso de convertirlos en buenas personas, en hombres y mujeres de bien, con cariño, tiempo, amor y dialogo, tenemos muchas papeletas de conseguirlo, a pesar de nuestros errores, nuestras debilidades y de tantos factores externos que también puedan luchar en sentido opuesto.

Sólo quiero que un dia mis hijos no me puedan reprochar el no haber estado con ellos lo suficiente, el haber sido cómodo en mi tarea de padre y educador, el no haberles escuchado, el no haber hablado con ellos lo suficiente, el no haberles dado lo mejor de mi. En no haberme comprometido lo necesario en darles lo mejor del corazón y el alma.

Es una tarea tan bonita, y tan dificil a la vez, que la pongo en manos de Dios, porque con su ayuda será más facil todo, y en la tarea de amar, Él tiene que estar siempre presente.

Ayer me encontré este video en YouTube. No dejes de verlo. Sobran las palabras:

1 comentario:

Anónimo dijo...

Fenomenal. La verdad es que es una tarea complicada...pero tan maravillosa!!!!

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