La otra noche, al volver a casa después de un paseo, uno de mis hijos, el mayor (bueno, si se puede decir que 6 años es ser mayor), comentó "ojalá no se hubieran inventado las farolas". Mi mujer y yo nos sorprendimos bastante ante tal afirmación.
- Pero Angel, si no hubiera farolas estarían todas las calles muy oscuras
- Y daría miedo andar de noche...... - Le respondimos
A lo que él nos contestó con la serenidad y la inocencia de un niño, con la trasparencia y la frescura que solamente los niños aportan:
- Ya, pero con la luz de las farolas no podemos ver las estrellas.
¡Cuanta sabiduría en tan poca estatura física!
Hoy, en el día de la transfiguración del Señor, el Evangelio nos llama a mirar más allá de las apariencias, y sobre todo en saber encontrar lo verdaderamente importante en todas las cosas de nuestra vida. Así como los discípulos pudieron y supieron ver en Jesús al Mesías, al Hijo de Dios Vivo, a la Palabra encarnada, mientras el resto no veían más que a un hombre más, especial sí, pero como un profeta más, así nosotros tenemos que saber buscar lo importante detrás de las cosas.
Tantas son las farolas, las luces artificiales, las luminarias ficticias, las ilusiones postizas que nos rodean que distraen nuestra atención de lo verdaderamente importante....
Es tan facil dejarse llevar por el "vive el día" de una forma artificial, pasajera, que no deja poso en nuestro interior..... que dejamos de ver las estrellas que orientan nuestra vida. Las que siempre brillan a pesar de todo, las que parpadean con guiños de amor y confidencia desde el horizonte.
Allí están. Apaga por un momento todas las luces. Deja tu vida en la oscuridad de lo artificial. Cierra los ojos y vuelve a abrirlos. Estás ciego todavía por el resplandor espurio. Espera. Acostumbrate. Te costará al principio. Pero ya lo ves. Es como cuando apagas las luces al acostarte. No ves nada y luego lo ves todo. Asomate al balcón de tu vida. ¡Están ahí! ¿la ves? No sabías cuantas estrellas había a tu alrededor. ¡Cómo brilla el cielo! La oscuridad que te vendían era mentira. Las ves como refulgen alrededor tuya.
¡Sal a la calle! Mira allí, la constelación de tus hijos alumbrando como ninguna. La constelación de tu esposo/a sonriendo en cada parpadeo, la Vía Familiar, las estrellas de tu familia tendiendote su luz, tus verdaderos amigos, son pocos, pero ¡¡cómo brillan!!, la constelación de tu comunidad de fe, la estrella de tu director espiritual, la luminaria de todos aquellos que buscan lo mejor para tí y no para ellos....¡¡Cuantas estrellas que no veíamos antes o que apenas percibíamos!!! Y marcandonos el camino verdadero, la ruta a seguir, la Estrella Polar del Evangelio.
El otro día leí una cita de Paulo Coelho: "Hay vida antes de la muerte". ¡Es cierto! ¡Y está aquí! En todo lo auténtico que me hace ser feliz de verdad y que me deja un poso de alegría que no pasa, aunque lo entierre. Todo esto que me hace vivir el Reino de Dios desde ¡ya!.
Tu sonrisa es distinta, porque sonries de verdad rodeado de la luz verdadera. Comienzas a caminar. Sabes que la luz lunar, siempre llena, de nuestra Madre Santísima nunca te abandona.
Nos habíamos acostumbrado a la luz tenue de estas estrellas y nos
habíamos dejado deslumbrar por las artificiosas luces de neón. Es normal. A veces nos protegemos de la luz del mismo Dios, sol de nuestra vida. Y nos escondemos detrás de gafas, viseras y sombras de vida.
Pero recuerda. Aunque se vuelvan a encender todas aquellas luces que te daban esa luz artificial, alrededor tuya siempre estarán brillando, aunque no las veas, los fulgores auténticos. Y cuando todas las demás se apaguen, se fundan o pasen de moda (que lo harán), sólo permanecerá a tu alrededor las constelaciones auténticas que siempre brillarán alrededor de tu vida.
Hoy es el día de la Transfiguración del Señor. Los apóstoles tuvieron el don de ver a Cristo en toda su gloria. Pero no fue para ellos una sorpresa porque con los ojos de la fe ya conocían la auténtica realidad. Que aquel hijo del carpintero, Jesús el de Nazaret, hijo de José y María, era el Mesías, el Hijo de Dios. Ya habían visto la luz de las estrellas a pesar de las farolas.
Que nosotros sepamos también ser trascendentes. Que veamos más allá de lo ordinario y lo vulgar y encontremos la auténtica luz que brilla en nuestras vidas. La luz artificial no es mala, como le dijimos a nuestro hijo, siempre que no desdibuje la luz de las estrellas. Siempre que sepamos qué luz es la del faro que nos lleva a buen puerto y cual es la que hunde nuestro barco junto al arrecife.
Y le pedimos ayuda a Dios y María Santísima para esto. Para saber transformar los acontecimientos ordinarios en extraordinarios. Para encontrar la huella de Dios y de todo aquello que nos ayuda en nuestra vida. Para ver detrás de cada cosa y encontrar entre la luz articicial, esa luz del sol, de la luna y de las estrellas que transfiguran nuestra vida y nos hacen felices de verdad.
Que el próximo día 10 de Agosto, día de San Lorenzo y famoso por sus perseidas, nos acordemos especialmente de esto y toda la lluvia de estrellas caiga dentro de nuestro corazón y del de todas las personas que amamos.
2 comentarios:
Eres todo un Angel de sabiduría e iluminación. Qué hermosas y profundas palabras. Muchas bendiciones para tí y tu constelación familiar.
Muchas gracias. Ojalá que sepamos de verdad contemplar todas esas estrellas que Dios nos pone en nuestra vida y nos dejemos "encandilar".
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