jueves, 15 de abril de 2010

LLEGÓ LA HORA.

Jesús mira al frente y ve la amada Jerusalen oculta entre las sombras de la noche. Un olivo le acaricia la sien con suave mecida, quedando impregnadas sus hojas de la amarga y temprana sangre de la pasión que ya comienza.
Cristo mira la Ciudad Santa y llora. Su pecho se contrae, abre las manos y caen buscando sus santas rodillas que rezan en aquel huerto ya para siempre bendito.

Su templo, sus calles, sus murallas.

Sus ventanas parpadean al son del crepitar de una vela en unos casos, y en otros, son oscuros ojos que le miran desde el otro lado del monte arrepintiendose ya del destino que le ofrecen a su Rey. Las casas se derraman colina abajo como si fueran un reguero de lágrimas de una ciudad que llora al ver a su Señor sufriente. Lágrimas blancas que serpentean entre adobe y adoquín y no se agotan nunca.
Y recortando la silueta de una luna que revolotea su vestido de novia, el sagrado templo que le devuelve la mirada a Cristo. Casa del Padre que sufre ante su Hijo Amado.

Se oyen voces en la serenidad de la noche. Un grupo sale de Jerusalen y comienza a recorrer el viejo camino de Betania, el que transcurre por el monte de los olivos.
El murmullo llega a los oidos de Cristo como un latido en su interior. ¿Son tambores o es su sagrado corazón bombeando amor con fuerza?
Estrellas fugaces recorren su rostro y lo riegan de amargura.
Cristo cierra los ojos, inspira, y reza. Los vuelve a abrir y gira su rostro hasta descubrir a sus discípulos, a sus amigos, dormidos en la inocencia del que no sabe lo que ocurrirá en unos momentos.

Mira a su alrededor y se siente en el compás de un convento de clausura del Realejo. Ya no está solo. A su lado un reguero de anónimos discípulos en fila de dos rozan su sagrado trono buscando la luz y el murmullo de la calle.
Junto a Él su Madre llora y busca un pañuelo de cordora en tanto dolor. "La cruz, madre, la cruz. El que quiera seguirme que tome su cruz y me siga", y al momento el latido se hace más y más intenso. ¿Son tambores o es su sagrado corazón bombeando amor con fuerza? Trompetas llaman al alba de la redención.
Un patio empredado de "Dios te salve" alfombra ahora el dolido huerto.
El presbiterio que besa sus pies se alza al cielo y comienza una suave mecida de aquellos tocados con pasión de arpillera y amor a Cristo.
Se mece el olivo al son del alma enamorada de Dios. Ramas que peinan el aire y bendicen Granada como hisopo de improvisado balanceo.

"Aparta de mi este cáliz" clama Jesús, y al ver a su pueblo compungido, el llanto derramado y retenido, la oración signada en los rostros, el suspiro mantenido bajo el paso, los ojos emocinados que se vislumbran a través del capillo, continua "más no se haga mi voluntad, si no la tuya".
Suena un himno de homenaje al rey de la Vida. Cristo reza ante el silencio del murmullo.

Se acercan, cada vez están más cerca aquellos pasos que traen la ignominia.

Un coro de ángeles de clausura baja del cielo y le secan el mar de sangre que recorre su Santa Faz. Pañuelo bendito de fe y pasión. Amorosa entrega al Padre. Salud de esta sociedad descreída.

La mecida continúa su ascenso entre plegarias que acarician el olivo que cobija a Dios.

Un angel le consuela en Jarrería, cuando Cristo bebe el caliz de la Pasión y observa al fondo, como una visión que le muestra el Padre, su petrea imagen en el trono de la cruz redimiendo con su vida en este Golgota granadino que preside el Realejo.

Un crujir de antorchas cruza la noche. Cristo sabe que llegó la hora. Manos abiertas de bendición rezan su penúltima plegaria ante la próxima traición.
Al fondo suenan golpes de martillo y Santa María se levanta para iniciar el camino de su Amargura. Sus hijos la rodeamos en un rosario de penitencia, oración y esperanza.

"Santiago, Juan, Pedro. LLegó la hora".


(Fotos tomadas prestadas de mi amigo Antonio Cañizares)

lunes, 5 de abril de 2010

Ocho días de Pasión

"Ocho días, ocho pórticos, ocho letanías, y más de mil instantáneas para la emoción para relatar la Pasión de Cristo en Granada.

Porque nace nuestra Semana Santa en Domingo y se glorifica al domingo siguiente. Porque Aquel que entra en Granada al son de palmas y clamor de niños, resucita en Granada al son de angelitos que tocan campanas. Porque Cristo parte el pan entre granadinos y entre granadinos espera su muerte. Y sube a un huerto de Granada a rezar y es prendido y conducido al tribunal. Y Cristo es sentenciado junto al Darro y azotado mientras le mira la Alhambra. Y sentado medita su amor, en la humildad de este Dios, que reza junto a la vega. Y le cargan con la cruz en San Matías y sube a un Calvario del Albaicín pasando por Plaza Nueva. Y con cruz de taracea, comenzado el Vía Crucis, cae una vez en el Realejo, y otra en el Zaidín, y una más en las Pasiegas. Y es el quebranto de espinas, sobre su frente en un paso, y es el crujir del madero de su hombro nazareno. Y son las llagas que traen la salvación de la Vida, su sangre que se derrama variando por la Gran Vía. Y es consolado por la oración de camareras vestidas de mantilla que son su mejor “Verónica”. Y le despojan en Figares de sus vestiduras, y es crucificado junto al Genil. Y a las tres de la tarde del viernes, mientras llora un clarín y las campanas golpean su pecho al son del “mea culpa”, muere Cristo en todos los barrios, en todas las calles, en todos los corazones de Granada. Y estalla el Silencio y la oración. Y una lanza pasionista le traspasa el corazón y riega con gotas de amor a Granada en la Carrera. Y la Virgen de las Angustias, en todas sus advocaciones, llora lágrimas de plata que riegan su puñal dorado de amor de Granada. Y en sus brazos, coronada, lo toma en un “hasta luego”, y se queda en Soledad, mientras a Cristo lo portan a un sepulcro en Santa Ana con lienzos del Gran Capitán. Llora Granada y sus barrios. Reza Granada y sus calles. Y al tercer día Granada celebra Pascua de amor, pues Cristo resucitó al pie de Sierra Nevada.

Ocho días, ocho pórticos, ocho letanías, y más de mil instantáneas para la emoción. "

Fragmento de la Presentación del Gólgota de Cuaresma 2010

BEATIFICACIÓN DE JUAN PABLO II

BEATIFICACIÓN DE JUAN PABLO II
1 de Mayo de 2011

Año de la Fe 2012-2013