Hace dos años, al comenzar el mes de Diciembre compramos un pequeño nacimiento. Se trataba de un "Belén" sencillo, que a nuestro hijo le gustó mucho al verlo y de rasgos infantiles. Tenía de todo: el Misterio, los pastores, los reyes, los animalitos.... pero le faltaba una cosa: La estrella de Belén. Esa estrella anunciadora del nacimiento de Cristo, que guió a los Magos de Oriente y a los pastores al pobre portalito donde comenzó nuestra Redención.
Nos pusimos "manos a la obra" para concluir nuestro Belén.
Mi mujer la buscó al día siguiente por distintas tiendas y comercios. Numerosos eran los adornos navideños que buscó y rebuscó. Enmcontró bolas, ángeles, paquetitos, renos, muñecos de nieves, cascabeles, "papanoeles" y arbolitos de todos los colores y "brillos" posibles. Encontró estrellas doradas, rojas, plateadas, color miel, color madera, huecas, troqueladas, gruesas, finas, y de todos los tamaños posibles, pero no había por ninguna parte rastro alguno de esa estrella dorada o plateada con cola que todos conocemos como "la estrella de Belén".
Al final, aburrida, tuvo que comprar una estrella de cinco puntas con los filos dorados que se asemejaba a aquella, pero que no tenía la característica estela.
Nuestro hijo Ángel, que entonces sólo tenía tres añitos, al verla nos dijo: "esa no....esa no es la estrella de Belén". Y no quiso que la pusieramos sobre el portalito.
Así en los días siguientes, buscamos por varias tiendas, de decoración y de las llamadas "todo a 100" (ahora "los chinos") la estrella de Belén.
Y al final, casi cuando nos íbamos a rendir, en una pequeña tiendecilla escondida, la encontramos. Se trataba de una estrella de cinco puntas con cola, hecha de corcho blanco endeble y mal acabada. Sin duda era la "menos agraciada" (digámoslo así) y la más pobretona de todas las que habíamos visto durante esos días. Pero al verla nuestro hijo rompió de alegría como con ninguna y nos dijo "esa sí".
Así es la Navidad, así es la auténtica estrella que nos guía a Jesús estos días. Pobre en apariencia, pero rica por dentro. LLena de autenticidad por el fondo, no por las formas.
Este año un Centro Comercial de nuestra Área Metropolitana, se anunciaba, junto a un dibujo de la cara de San José, con este lema: "La verdadera Navidad está aquí". Claro, uno pensará, "con esa imagen y ese lema, al fín un lugar donde encontrar la aútentica felicidad de la Navidad". Y algunos se "encandilarán" con esta falsa estrella de Navidad. Pero al final, si uno se pasa por allí, verá más de lo mismo. La mentira de todas las Navidades. El comprar por comprar. Regalar para ser felices, comprar para ser felices, recibir regalos para ser felices, gastar dinero para ser felices. ¿Es esta la "verdadera Navidad" como nos dice su publicidad, o no es más que la mentira de todos los años?.
Me sorprende la publicidad de otro Centro Comercial: "Regala Navidad". Y me sorprende porque si todos regalaramos nada más que "Navidad", los Centros Comerciales estarían vacíos. Porque regalaríamos servicio, humildad, caridad, paz, amor, amistad, desprendimiento.....
Caemos en el "aparentar" y el "exceso". Aparentar y exceso en el vestir, aparentar y exceso en el comprar, aparentar y exceso en el comer y el beber..... Cuando en estos dias descubrimos la pobreza del Niño Dios, no nos dejamos cautivar por su humildad. Dios que lo tiene todo, nace sin nada. Y todos caemos en esta vulgaridad del "aparentar" y el "exceso".
La Navidad está en los demás. No en que hagamos las cosas como los demás. La Navidad está dentro de mí, no en lo que "meto dentro de mí".
He pasado una Nochebuena preciosa con mi familia y puedo decir que lo de menos fue lo que comimos (aunque estaba todo delicioso y buenísimo). Y puedo decir que lo menos importante de esta Nochevieja, que la pasaré con mis compadres, ahijados y unos amigos, será lo que comamos o bebamos, lo que gastemos o donde estemos, sino el encuentro familiar entre todos. El estar juntos. La sinceridad del encuentro. La alegría de pasar estos días juntos.
Porque la felicidad, esta Navidad, la podemos buscar en muchos sitios: en las compras, en las comidas, en los cantos, en las cosas caras, en los regalos, en las fiestas, en el ocio.....pero todas esas son estrellas accesorias. Estrellas sin lugar a dudas mucho más atractivas a los sentidos que la pobre estrella de Belén, pero estrellas que no nos conducen a la autenticidad de estos días, sino a una Navidad vacía, que nos deja frios por dentro si no están al calor del amor de Cristo. Son estrellas que parecen de Navidad pero acaban llevando nuestro corazón no al amor del Niño Jesús, sino al vacío del mundo material. Falsas estrellas que al final conducen a muchas personas a acabar odiando la Navidad. Estrellas que si no tienen en medio a Cristo, tienen un brillo pasajero. Un brillo falso, para una felicidad falsa.
Una fiesta con Cristo en medio es una gran fiesta. Un regalo con amor es una regalo lleno de Cristo. Pero la Navidad sin Cristo no es más que eso. Un montón de luces y estrellas que parpadean y no nos dejan ver la auténtica LUZ.
La auténtica estrella es muy facil y muy dificil de encontrar al mismo tiempo. Porque hay que saber donde está y donde no está. Tenemos que ser como los Magos de Oriente, que pusieron todo su empeño en localizarla por todos los medios y esperando el momento oportuno, porque sabían que les conducirían al Rey de reyes. Hay que buscarla en nuestro interior y en el amor a los demás. Sólo de esta forma se dejará ver, y entonces será facil seguirla hasta Jesús.
A veces no la vemos hasta que, como a los pastores, se nos acercan "ángeles" que nos ayudan a caminar en el sentido correcto. Pero para eso hay que poner todo el empeño en ser humildes, abiertos al amor de Dios y sencillos de espíritu.
Que el dinero, que "el brillo de las cosas" no nos engañe, no nos deje ver el brillo auténtico de la Estrella de Belén.
La estrella de Belén está al alcance de todos, a la vista de todo el mundo.....¿Te has puesto ya a buscarla esta Navidad?
Búscala, te guiará al encuentro de una Navidad como nunca has vivido.