miércoles, 29 de enero de 2014

PERSONA, LIBERTAD Y DERECHOS


Con el nuevo proyecto de reforma de la ley del aborto se ha abierto de nuevo el "provocado" debate de hasta dónde llegan los derechos de la madre (para algunos simplemente de la mujer) y hasta dónde los del feto, "nasciturus". Por ello me gustaría hacer una reflexión sobre la persona, la libertad y los derechos individuales. Porque claro, si no se entiende bien esto, es difícil entender lo anterior. 
Me llama mucho la atención leer a Fray Bartolomé de las Casas cuando, en el siglo XVI, y citando expresamente a Santo Tomás de Aquino, afirmaba, cuando muchos justificaban que los indígenas no tenían derechos y no eran personas, que la libertad es un derecho natural:  "porque la libertad es un derecho ínsito en el hombre por necesidad y ´per se´, como consecuencia de la naturaleza racional y, por ello, es de derecho natural"[i]

Todos los hombres tienen la misma naturaleza, la misma e idéntica libertad. Porque todos los seres humanos son persona. Por Derecho natural todos los hombres son libres "comoquiera que los hombres todos al principio nasciesen y fuesen libres"[ii] . Al ser la libertad un derecho natural es imposible perderlo. Los indios no pueden renunciar a la libertad (ni aún queríendolo). Ni puede haber razón alguna para someterles a esclavitud. Todos los hombres tienen entendimiento y voluntad, todos tienen los mismos cinco sentidos y todos son capaces de desear el bien y aborrecer el mal. La esclavitud no es algo "natural" sino convencional, artificial, introducido por los avatares históricos. Por ello la libertad es el estado normal del hombre y si alguien es esclavo habrá que probar que lo es. "Si no se prueba lo contrario, hay que suponer que todo hombre es libre"[iii] [iv]Y si todo esto estaba tan claro entonces, ¿porqué encontramos la justificación de la esclavitud o de la supremacía de razas seis siglos después en países civilizados de nuestro continente o en países "adalides de la libertad" como Estados Unidos? ¿Qué ocurre entonces? ¿A qué es debida esta pluralidad?
El conocimiento humano es siempre imperfecto y progresivo, y en ocasiones, como en el caso anterior, regresivo. No se puede dejar en manos del hombre el concepto del ser humano. Porque numerosos intereses, a veces tan fuertes como el económico, desvirtúan algo que es anterior al propio hombre y no le pertenece: LO QUE ES. El hombre es lo que es, a pesar del propio hombre. Esto, por desgracia ocurre también en la actualidad con la trata de blancas, la explotación infantil o el aborto.

Precisamente la antropología entra en su "madurez de edad" con el cristianismo,  cuando entra en juego la categoría de persona, como reconocen el propio Hegel o Kierkegaad, entre otros muchos. Cuando llega el cristianismo y defiende el valor eminente de todos y cada uno de los seres humanos por el mero hecho de serlo, o como indica el profesor Tomás Melendo “por el sublime hecho de serlo”, la antropología se hace "adulta". Con el Evangelio el concepto de persona alcanza toda su grandeza, toda su dimensión y majestad:
Gracias a la fe, hemos descubierto la dignidad única de cada persona, que no era tan evidente en el mundo antiguo. En el siglo II, el pagano Celso reprochaba a los cristianos lo que le parecía una ilusión y un engaño: pensar que Dios hubiera creado el mundo para el hombre, poniéndolo en la cima de todo el cosmos. Se preguntaba: « ¿Por qué pretender que [la hierba] crezca para los hombres, y no mejor para los animales salvajes e irracionales? »« Si miramos la tierra desde el cielo, ¿qué diferencia hay entre nuestras ocupaciones y lo que hacen las hormigas y las abejas?”[v]nos dice el Papa Francisco en la carta encíclica Lumen Fidei.

Y esta antropología adulta, en la que se afirma la dignidad de la persona y su carácter intangible e inviolable, reconoce la diferenciación de la persona humana en masculina y femenina, diferentes, únicos y a la vez complementarios de una forma totalmente dinámica.

Esta es la grandeza  y la majestad de que todos somos personas. Que el ser hombre constituye “per se” ser persona. Que la persona es, y no se hace. Cuerpo y alma (espíritu) en un todo. No se es más o menos persona. No existe un proceso evolutivo en el que se está constituyendo la persona. La persona no se constituye como se constituye el cuerpo humano en el interior de la madre. No se puede decir con respecto a la persona que es como un brazo, como el cerebro, como un pie o el cuerpo de feto, que poco a poco va formándose hasta que existe como tal. Se es persona desde el mismo momento de la fecundación, de la concepción. El embrión es persona. No existe una antes y un después. No existe el pre-embrión (ni siquiera como concepto científico). Desde la concepción se es persona hasta el final de sus días, independientemente de su viabilidad, su capacidad o su independencia de otros. Con todos sus derechos. Así, Juan Pablo II en su encíclica “Evangelium Vitae”, indica con total claridad, “el ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de la concepción y por eso a partir de ese momento se deben reconocer los derechos de las personas, principalmente el derecho inviolable de todo lo humano inocente a la vida”. 
Muchos confunden este “ser” que se “es” desde el mismo momento de la concepción, con el concepto de “personalidad jurídica”, en el que el ordenamiento jurídico nos “atribuye” una serie de derechos y facultades. La Constitución española de 1978 recoge el valor esencial de la persona: "La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás, son fundamento del orden político y de la paz social"[vi]. Se considera, pues, persona al hombre revestido de su dignidad y titular de unos derechos inviolables. Al mismo tiempo que se reconoce el libre desarrollo de la personalidad.

Pero una cosa es ser persona y otra adquirir la personalidad jurídica. Ser persona no es una atribución que nos proporciona el derecho o las leyes. Ser persona es inherente a todo el hombre desde su concepción y nadie puede darle o quitarle tal realidad. Como nadie puede darle o quitarle derechos esenciales a su ser como el de la vida, la dignidad o la libertad. Que nadie se confunda. Una cosa es la capacidad y otra muy distinta el ser persona. 
Persona se “es”, y no se gana o se logra.
Si junto a lo anterior vemos los artículos 29 y 30 de nuestro código civil, queda claro, que nuestro ordenamiento habla tan sólo de un concepto jurídico de personalidad, un concepto civil, porque como dice el mismo Papa Emérito Benedicto XVI,  “Dios no hace diferencias entre el embrión, el niño y el adulto”.[vii]

Esta dignidad sublime alcanza a todas las personas, desde el mismo momento de su concepción, sin distinguir a embrión, bebé, niño, adulto, anciano, enfermo, capacitado o discapacitado, o como indicó Pablo de Tarso hace ya más de 2000 años, y que el propio Fray Bartolomé de las Casas defendió, teniendo plena actualidad a día de hoy: 
"Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno”[i]


[i][i] LAS CASAS, De regia potestate , edición de Jaime González Rodríguez, introducción de Antonio-Enrique Pérez Luño, en Obras Completas , Madrid, Alianza, 1990, vol. 12, pp. 36-37.

[ii][ii] LAS CASAS, Tratado comprobatorio , en Obras escogidas de fray Bartolomé de Las Casas , BAE, t. 110, edición a cargo de J. Pérez de Tudela, Madrid, Atlas, 1958, vol. V, p. 381

[iii][iii] LAS CASAS, De regia potestate , vol. 12, p. 37.

[iv][iv] Castillo Vegas, Jesús Luis, LA FUNDAMENTACIÓN DE LA DEFENSA DE LOS INDIOS EN BARTOLOMÉ DE LAS CASAS. .Universidad de Valladolid,
[v][v] CARTA ENCÍCLICA LUMEN FIDEI DEL SUMO PONTÍFICE FRANCISCO. 29 de Junio de 2013.
[vi][vi] Constitución Española de 1978. Artículo 10.
[vii][vii] BENEDICTO XVI. inauguración del congreso 'El embrión humano antes de la implantación". Ciudad del Vaticano. 26 de febrero de 2006.[1]


[i][i] Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 3, 26-29






 





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