
De forma muy apropiada titulaba hoy su portada La Razón "Ancha es Castilla" para despedirse del gran Miguel Delibes.
Lo primero que leí de Delibes era un fragmento que recuerdo a la perfección en un libro de texto de literatura con pasta naranjas. Junto a él se veía la imagen del claustro de Sto. Domingo de Silos con su ciprés erguido hacia el cielo en busca de eternidad. Se trataba de un retazo de 'La sombra del ciprés es alargada' del que tuve que realizar un comentario de texto.
El primer libro entero que me leí del maestro Delibes fue "Cinco horas con

También leí por indicación del profesor de literatura "El príncipe destronado", que luego llevara al cine Antonio Mercero.

Es, junto a "las ratas", este un buen libro para entender el ecologismo de Delibes, donde también era un maestro. No se trataba de un ecologismo de pandereta, de ese "progre" o "pijo-ecologismo" del que tanto abunda ahora, por desgracia. No. Era un amor a la tierra del que es de la tierra. Amor al campo desde el campo. Entendía la caza y la pesca como un aprovechamiento forestal totalmente sostenible. Le encantaba la agricultura y la cinegética y desde ellas, desde el apego del hombre a la tierra que es sustento, entendía el ecologismo: "A mi juicio, el primer paso para cambiar la actual t

Era un hombre profundamente religioso, católico prácticamente y lleno de humanidad, y esto brotaba en muchos de sus libros. "El hereje", su última gran obra maestra y el último libro que leí de D. Miguel, tiene que ser leído y entendido desde ahí.
Me sorprendió este verano ver, cuando pasamos un par de días en Valladolid, como las calles de esta ciudad estaban adornadas con citas de Delibes, en especial de "El hereje", al igual que en Sevilla encontramos citas de Miguel de Cervantes, para que recorramos la ruta de Cipriano Salcedo. Un reconocimiento en vida del gran homenaje que hace de esta histórica ciudad, su ciudad amada, en este libro.
Criticó también el caciquismo y la explotación de la gente del campo en la espléndida "Los santos inocentes" y atacó la política barata en "El disputado voto del señor Cayo" («Los políticos no nacen para servirnos, sino ordinariamente para servirse»).

Porque los premios los recibió casi todos, pero el mayor premio lo hemos tenido nosotros al tener en nuestra lengua a alguien como él.
Hoy Valladolid se hace más inmortal con la propia inmortalidad de Miguel Delibes.

Y es que el maestro D. Miguel ha sido ese gran genio del castellano del siglo XX que hemos disfrutado también en el XXI. Alma de su tierra y corazón de España. Sentido del pueblo y eternidad literaria. Humanidad sentida y compromiso ético. Inventiva de nuestras letras y maestro del español.
Ese era y será siempre Delibes. Un humanista comprometido, desde la autenticidad pero no desde la artificialidad, con la busqueda de lo realmente importante, del hombre y su relación con la naturaleza y lo creado como su mayor meta. Un hombre sencillo pero lleno de sabiduría y maestria. Hombre de familia y humildad del genio. Ingenio del castellano y ejemplo de un pueblo.

Descansa en paz, maestro Delibes.
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