Ya casi ha terminado la luna de tejer la plena luz que brillará en la Pascua, símbolo de sufriente gloria, gloria de pasión, redención esperada.
Los cofrades concluimos nuestros cultos de Hermandad con la mirada ya fija en la Estación de Penitencia. Somos almas que elevan un rezo ante sus sagrados titulares, corazones que alzan el sentimiento ante Cristo tallado en sagrado leño, desgranar de letanías de amor ante la Madre del cielo.
Se descubren parihuelas, brillan pasos, se asientan candelerías, arden de luz varales sacros.
Manos amorosas que se prestan para prepararlo todo. Limpieza, arreglos, orden, montajes....
Fiscales reunidos con sus mayordomos, capataces que igualan la salida y la llegada, Cuerpos de acólitos que ultiman momentos, camareras que desentrañan su plegaria, padres emocionados que, agarrados de su mano, compran el capirote de su hijo, monaguillos que ya sueñan con sus cestas, niños que recuerdan la bola de cera del año pasado, costaleros que acarician su costal ante las horas previas, nazarenos que al pasar junto a su hábito, colgado de un tirador del armario, rezan una jaculatoria, obóes que entonan, cornetas que claman, tambores que oran. Ultimos suspiros de Quinarios, triduos sentidos que llegan a su fin, cultos que entonan sus últimas notas..... Semana de pasión. Breve cuaresma de 7 días.
Semana de nervios, de reflexión, de anhelos y esperanza. Semana que lleva a la Gran Semana. Semana que marca un comienzo y un fin.
Floristas que hacen encargos, cererías que embalan pedidos, bandas que cierran semana....todo termina de prepararse en esta semana.
¿Todo? ¿Y nuestra alma? ¿La tenemos preparada? ¿Estamos preparados espiritualmente ante el gran amor de Dios que se entrega para traernos la salvación? ¿Preparamos nuestro espíritu como preparamos todo lo demás? ¿O llegada la Semana Mayor del año nos perderemos el gran misterio de la Salvación entre mecías, variaciones, luces, olores, y música? ¿Seremos capaces de disfrutar de todo aquello que tanto amamos meditando en todo ello la Pasión y haciendo de todo ello oración? Necesitamos también prepararnos por dentro.
Siete dias que son siete jaculatorias al amor de Cristo. Penúltima oportunidad para preparar nuestra alma, nuestro ser, nuestro sentir al gran acontecimiento de la Pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Días para preparar nuestra cofradías, nuestras calles, nuestros templos, nuestros hábitos, pero sobre todo y ante todo, nuestra alma y nuestro corazón ante el gran momento de la redención.
Disfrutemos de estas dos semanas que tanto nos hacen vibrar. Sintamos el calor de los amigos en alegres tertulias en torno a una cervecita cofrade. Emocionemonos con estos dias que tanto anhelamos todo el año visitando últimos besapies, sentidas capillas y sacros altares. Vivamos con intensidad estos momentos cofrades que tanto amamos. Y preparemoslo todo. Lo externo y lo interno. El atuendo y el corazón. El templo y el sagrario. Porque Cristo entrará en unos dias sentado sobre una borriquilla en nuestros corazones, y puede que pase toda una semana y no hayamos sido capaces de verlo.
Los cofrades concluimos nuestros cultos de Hermandad con la mirada ya fija en la Estación de Penitencia. Somos almas que elevan un rezo ante sus sagrados titulares, corazones que alzan el sentimiento ante Cristo tallado en sagrado leño, desgranar de letanías de amor ante la Madre del cielo.
Se descubren parihuelas, brillan pasos, se asientan candelerías, arden de luz varales sacros.
Manos amorosas que se prestan para prepararlo todo. Limpieza, arreglos, orden, montajes....
Fiscales reunidos con sus mayordomos, capataces que igualan la salida y la llegada, Cuerpos de acólitos que ultiman momentos, camareras que desentrañan su plegaria, padres emocionados que, agarrados de su mano, compran el capirote de su hijo, monaguillos que ya sueñan con sus cestas, niños que recuerdan la bola de cera del año pasado, costaleros que acarician su costal ante las horas previas, nazarenos que al pasar junto a su hábito, colgado de un tirador del armario, rezan una jaculatoria, obóes que entonan, cornetas que claman, tambores que oran. Ultimos suspiros de Quinarios, triduos sentidos que llegan a su fin, cultos que entonan sus últimas notas..... Semana de pasión. Breve cuaresma de 7 días.
Semana de nervios, de reflexión, de anhelos y esperanza. Semana que lleva a la Gran Semana. Semana que marca un comienzo y un fin.
Floristas que hacen encargos, cererías que embalan pedidos, bandas que cierran semana....todo termina de prepararse en esta semana.
¿Todo? ¿Y nuestra alma? ¿La tenemos preparada? ¿Estamos preparados espiritualmente ante el gran amor de Dios que se entrega para traernos la salvación? ¿Preparamos nuestro espíritu como preparamos todo lo demás? ¿O llegada la Semana Mayor del año nos perderemos el gran misterio de la Salvación entre mecías, variaciones, luces, olores, y música? ¿Seremos capaces de disfrutar de todo aquello que tanto amamos meditando en todo ello la Pasión y haciendo de todo ello oración? Necesitamos también prepararnos por dentro.
Siete dias que son siete jaculatorias al amor de Cristo. Penúltima oportunidad para preparar nuestra alma, nuestro ser, nuestro sentir al gran acontecimiento de la Pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Días para preparar nuestra cofradías, nuestras calles, nuestros templos, nuestros hábitos, pero sobre todo y ante todo, nuestra alma y nuestro corazón ante el gran momento de la redención.
Disfrutemos de estas dos semanas que tanto nos hacen vibrar. Sintamos el calor de los amigos en alegres tertulias en torno a una cervecita cofrade. Emocionemonos con estos dias que tanto anhelamos todo el año visitando últimos besapies, sentidas capillas y sacros altares. Vivamos con intensidad estos momentos cofrades que tanto amamos. Y preparemoslo todo. Lo externo y lo interno. El atuendo y el corazón. El templo y el sagrario. Porque Cristo entrará en unos dias sentado sobre una borriquilla en nuestros corazones, y puede que pase toda una semana y no hayamos sido capaces de verlo.