Con el nuevo proyecto de reforma de la ley del aborto
se ha abierto de nuevo el "provocado" debate de hasta dónde llegan
los derechos de la madre (para algunos simplemente de la mujer) y hasta dónde
los del feto, "nasciturus". Por ello me gustaría hacer una reflexión
sobre la persona, la libertad y los derechos individuales. Porque claro, si no
se entiende bien esto, es difícil entender lo anterior.
Me llama mucho la atención leer a Fray Bartolomé de las Casas cuando, en el siglo XVI, y citando expresamente a Santo Tomás de Aquino, afirmaba, cuando muchos justificaban que los indígenas no tenían derechos y no eran personas, que la libertad es un derecho natural: "porque la libertad es un derecho ínsito en el hombre por necesidad y ´per se´, como consecuencia de la naturaleza racional y, por ello, es de derecho natural"[i].
Me llama mucho la atención leer a Fray Bartolomé de las Casas cuando, en el siglo XVI, y citando expresamente a Santo Tomás de Aquino, afirmaba, cuando muchos justificaban que los indígenas no tenían derechos y no eran personas, que la libertad es un derecho natural: "porque la libertad es un derecho ínsito en el hombre por necesidad y ´per se´, como consecuencia de la naturaleza racional y, por ello, es de derecho natural"[i].
Todos
los hombres tienen la misma naturaleza, la misma e idéntica libertad. Porque
todos los seres humanos son persona. Por Derecho natural todos los hombres son
libres "comoquiera que los hombres todos al principio nasciesen y
fuesen libres"[ii] .
Al ser la libertad un derecho natural es imposible perderlo. Los indios no
pueden renunciar a la libertad (ni aún queríendolo). Ni puede haber razón
alguna para someterles a esclavitud. Todos los hombres tienen entendimiento y
voluntad, todos tienen los mismos cinco sentidos y todos son capaces de desear
el bien y aborrecer el mal. La esclavitud no es algo "natural" sino
convencional, artificial, introducido por los avatares históricos. Por ello la
libertad es el estado normal del hombre y si alguien es esclavo habrá que
probar que lo es. "Si no se prueba lo contrario, hay que suponer que
todo hombre es libre"[iii] [iv]Y
si todo esto estaba tan claro entonces, ¿porqué encontramos la justificación de
la esclavitud o de la supremacía de razas seis siglos después en países
civilizados de nuestro continente o en países "adalides de la
libertad" como Estados Unidos? ¿Qué ocurre entonces? ¿A qué es debida esta
pluralidad?
El
conocimiento humano es siempre imperfecto y progresivo, y en ocasiones, como en
el caso anterior, regresivo. No se puede dejar en manos del hombre el concepto
del ser humano. Porque numerosos intereses, a veces tan fuertes como el
económico, desvirtúan algo que es anterior al propio hombre y no le pertenece: LO
QUE ES. El hombre es lo que es, a pesar del propio hombre. Esto, por
desgracia ocurre también en la actualidad con la trata de blancas, la
explotación infantil o el aborto.
Precisamente
la antropología entra en su "madurez de edad" con el cristianismo, cuando entra en juego
la categoría de persona, como reconocen el propio Hegel o Kierkegaad, entre
otros muchos. Cuando llega el cristianismo y defiende el valor eminente de
todos y cada uno de los seres humanos por el mero hecho de serlo, o como indica
el profesor Tomás Melendo “por el sublime hecho de serlo”, la antropología se hace "adulta". Con el Evangelio el concepto de persona alcanza toda su grandeza, toda su dimensión y majestad:
“Gracias
a la fe, hemos descubierto la dignidad única de cada persona, que no era tan
evidente en el mundo antiguo. En el siglo II, el pagano Celso reprochaba a los
cristianos lo que le parecía una ilusión y un engaño: pensar que Dios hubiera
creado el mundo para el hombre, poniéndolo en la cima de todo el cosmos. Se
preguntaba: « ¿Por qué pretender que [la hierba] crezca para los hombres, y no
mejor para los animales salvajes e irracionales? »« Si miramos la tierra desde
el cielo, ¿qué diferencia hay entre nuestras ocupaciones y lo que hacen las
hormigas y las abejas?”[v]nos
dice el Papa Francisco en la carta encíclica Lumen Fidei.
Y esta antropología adulta, en la que se afirma la
dignidad de la persona y su carácter intangible e inviolable, reconoce la
diferenciación de la persona humana en masculina y femenina, diferentes, únicos y a la
vez complementarios de una forma totalmente dinámica.
Esta
es la grandeza y la majestad de que todos somos personas. Que el ser
hombre constituye “per se” ser persona. Que la persona es, y no se hace. Cuerpo
y alma (espíritu) en un todo. No se es más o menos persona. No existe un
proceso evolutivo en el que se está constituyendo la persona. La persona no se
constituye como se constituye el cuerpo humano en el interior de la madre. No
se puede decir con respecto a la persona que es como un brazo, como el cerebro,
como un pie o el cuerpo de feto, que poco a poco va formándose hasta que existe
como tal. Se es persona desde el mismo momento de la fecundación, de la
concepción. El embrión es persona. No existe una antes y un después. No existe
el pre-embrión (ni siquiera como concepto científico). Desde la concepción se
es persona hasta el final de sus días, independientemente de su viabilidad, su
capacidad o su independencia de otros. Con todos sus derechos. Así, Juan Pablo
II en su encíclica “Evangelium Vitae”, indica con total claridad,
“el ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante
de la concepción y por eso a partir de ese momento se deben reconocer los
derechos de las personas, principalmente el derecho inviolable de todo lo
humano inocente a la vida”.
Muchos
confunden este “ser” que se “es” desde el mismo momento de la concepción, con
el concepto de “personalidad jurídica”, en el que el ordenamiento jurídico nos
“atribuye” una serie de derechos y facultades. La Constitución española de 1978
recoge el valor esencial de la persona: "La dignidad de la persona, los
derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la
personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás, son fundamento
del orden político y de la paz social"[vi]. Se considera, pues, persona al hombre revestido de su
dignidad y titular de unos derechos inviolables. Al mismo tiempo que se
reconoce el libre desarrollo de la personalidad.
Pero
una cosa es ser persona y otra adquirir la personalidad jurídica. Ser persona
no es una atribución que nos proporciona el derecho o las leyes. Ser persona es
inherente a todo el hombre desde su concepción y nadie puede darle o quitarle
tal realidad. Como nadie puede darle o quitarle derechos esenciales a su ser como
el de la vida, la dignidad o la libertad. Que nadie se confunda. Una cosa es la
capacidad y otra muy distinta el ser persona.
Persona
se “es”, y no se gana o se logra.
Si
junto a lo anterior vemos los artículos 29 y 30 de nuestro código civil, queda
claro, que nuestro ordenamiento habla tan sólo de un concepto jurídico de
personalidad, un concepto civil, porque como dice el mismo Papa Emérito
Benedicto XVI, “Dios no hace diferencias entre el embrión, el niño y
el adulto”.[vii]
Esta
dignidad sublime alcanza a todas las personas, desde el mismo momento de su
concepción, sin distinguir a embrión, bebé, niño, adulto, anciano, enfermo,
capacitado o discapacitado, o como indicó Pablo de Tarso hace ya más de 2000
años, y que el propio Fray Bartolomé de las Casas defendió, teniendo plena
actualidad a día de hoy:
"Ya
no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y
mujeres, porque todos sois uno”[i]
[i][i] LAS CASAS, De regia potestate , edición de Jaime González
Rodríguez, introducción de Antonio-Enrique Pérez Luño, en Obras Completas , Madrid,
Alianza, 1990, vol. 12, pp. 36-37.
[ii][ii] LAS CASAS, Tratado comprobatorio , en Obras escogidas de fray Bartolomé de Las Casas , BAE, t. 110, edición a cargo de J.
Pérez de Tudela, Madrid, Atlas, 1958, vol. V, p. 381
[iv][iv] Castillo Vegas, Jesús Luis,
LA FUNDAMENTACIÓN DE LA DEFENSA DE LOS INDIOS EN BARTOLOMÉ DE LAS CASAS. .Universidad de Valladolid,
[vii][vii] BENEDICTO XVI. inauguración del congreso 'El embrión humano antes de la
implantación". Ciudad del Vaticano. 26 de febrero de 2006.[1]