jueves, 15 de septiembre de 2011

Stabat Mater



Hoy, 15 de Agosto, es el día de la Virgen de los Dolores. Hoy es el día, para todos los granadinos y muchísimos fieles de todas partes, de nuestra Patrona, de la Santísima Virgen de la Angustias. Hoy es el día de mi muy amada Madre, María Santísima de la Amargura. Hoy es el día de Ella, de aquella que entregó toda su vida a la Palabra de Dios. Aquella que se convirtió en Santísimo Sagrario de Cristo, pues en Ella la Palabra de Dios se hizo carne, y habitó entre nosotros.
Hoy, y este mes en toda Granada, la recordamos con su Vida entregada entre sus brazos. Con el cuerpo de su Hijo entregado en su regazo esperando la resurrección. Con aquel puñal que predijera el viejo Simeón ("¡Y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones." (Lc 2, 34-35)) clavado en su pecho.

Por eso, ante la expresividad y la fuerza de esta imagen, ante la radicalidad de la entrega de nuestra Santísima Madre, ante la esperanza y la pasión de María, solo nos queda quedarnos en silencio. Contemplarla y darle gracias por tanto y por todo. Acercarnos a su inmaculado corazón y orar con toda el alma. Porque no hay duda, de que Ella es el camino más corto para llegar a Dios.

STABAT MATER

Stabat Mater dolorósa Juxta Crucem lacrimósa, Dum pendébat Filius.

Cujus ánimam geméntem,
Contristátam et doléntem,
Pertransivit gladius.

O quam tristis et afflicta
Fuit illa benedicta
Mater Unigéniti!

Quae maerébat, et dolébat,
Pia Mater, dum vidébat
Nati poenas inclyti.

Quis est homo, qui non fleret,
Matrem Christi si vidéret
In tanto supplicio?

Quis non posset contristári,
Christi Matrem contemplári
Doléntem cum Filio?

Pro peccátis suae gentis
Vidit Jesum in torméntis,
Et flagéllis súbditum.

Vidit suum dulcem natum
Moriéndo desolátum,
Dum emisit spíritum.

Eja mater, fons amóris,
Me sentíre vim dolóris
Fac, ut tecum lúgeam.

Fac, ut árdeat cor meum
In amándo Christum Deum,
Ut sibi compláceam.

Sancta Mater, istud agas
Crucifixi fige plagas
Cordi meo válide.

Tui nati vulneráti,
Tam dignáti pro me pati,
Poenas mecum dívide.

Fac me tecum pie flere,
Crucifixo condolére,
Donec ego víxero.

Juxta Crucem tecum stare,
Et me tibi sociáre
In planctu desídero.

Virgo vírginum praeclára,
Mihi jam non sis amára:
Fac me tecum plángere.

Fac, ut portem Christi mortem,
Passiónis fac consórtem,
Et plagas recólere.

Fac me plagis vulnerári,
Fac me Cruce inebriári,
Et cruó re Fílii.

Flammis ne urar succénsus,
Per te, Virgo, sim defénsus
In die judícii.

Christe, cum sit hinc exíre
Da per Matrem me veníre
Ad palmam victóriae.

Quando corpus moriétur,
Fac, ut ánimae donétur
Paradísi glória. Amen.

Estaba la Madre dolorosa
junto a la cruz llorando,
mientras su Hijo pendía.
Su alma llorosa,
triste y dolorida,
traspasada por una espada.
¡Oh cuán triste y afligida
estuvo aquella bendita
Madre del Unigénito!
Estaba triste y dolorosa,
como madre piadosa,
al ver las penas de su Divino Hijo.
¿Qué hombre no lloraría,
si viese a la Madre de Cristo
en tan atroz suplicio?
¿Quién no se contristaría,
al contemplar a la Madre de Cristo
dolerse con su Hijo?
Por los pecados de su pueblo,
vio a Jesús en los tormentos,
y sometido a los azotes.
Vio a su dulce Hijo
morir abandonado,
cuando entregó su espíritu.
¡Oh, Madre, fuente de amor!
Haz que sienta tu dolor
para que contigo llore.
Haz que arda mi corazón
en amor de Cristo mi Dios,
para que así le agrade.
¡Oh santa Madre! Haz esto:
graba las llagas del Crucificado
en mi corazón hondamente.
De tu Hijo lleno de heridas,
que se dignó padecer tanto por mi,
reparte conmigo las penas.
Haz que yo contigo piadosamente llore,
y que me con­duela del Crucificado,
mientras yo viva.
Haz que esté contigo
junto a la cruz;
pues deseo asociarme en el llanto.
¡Oh Virgen la más ilustre de todas las vírgenes!
no seas ya dura para mí;
haz que contigo llore.
Haz que lleve la muerte de Cristo;
hazme socio de su Pasión
y que venere sus llagas.
Haz que, herido con sus heridas,
sea yo embriagado con la cruz
y con la Sangre de tu Hijo.
Para que no me queme y arda en las llamas,
por ti, oh Virgen, sea defendido
en el día del juicio.
¡Oh Cristo! Cuando hubiere de salir de aquí,
dame, por tu Madre,
que llegue a la palma de la victoria.
Cuando el cuerpo feneciere,
haz que al alma se le dé
la gloria del Paraíso.
Amen.




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