El último trimestre del año es un tiempo
mariano, un nuevo "Mayo" antes de concluir el año cuajado de fiestas marianas que se nos regalan como cuentas de un hermoso rosario de fe. La Natividad de María, la Caridad, el Dulce Nombre de María, la Merced, el Pilar, el Rosario, la Prresentación, la Inmaculada, la Esperanza.......
Pero sin duda alguna este mes de Septiembre tiene una fecha muy especial para los granadinos y para todos los cofrades. El día 15 de Septiembre es el día de la Virgen de los Dolores, de la Amargura, de la Soledad.....de la Virgen de las Angustias, patrona de Granada y su Archidiócesis.
Sin duda alguna para nosotros, los
granadinos, el mes de Septiembre es el mes de las Angustias, con dos citas
ineludibles. Por una parte la ofrenda floral el día de su onomástica, y por
otra la procesión de la Señora
de Granada el último domingo del mes. Y es que el día quince de Septiembre es
el día de las Dolorosas.
Precisamente celebramos en Granada un año jubilar por el centenario de la Coronación Canónica de la Virgen de las Angustias, que comienza el 15 de Septiembre de 2012 y cuyo culmen será el 20 Septiembre de 2013.
Este día la
Iglesia lo dedica a María en su advocación de Mater Dolorosa.
Y el símbolo de este dolor es el de un corazón traspasado por siete dagas o
espadas.
A través de estas líneas quiero
profundizar un poco en este símbolo mariano, que es sin duda alguna el símbolo
de Septiembre, y el del último trimestre del año. Este corazón traspasado, que
desde la fachada de la
Basílica de Nuestra Señora de la Angustias, bendice cada
día a todos los granadinos.
Un
Corazón atravesado por siete puñales coronado por una llama de fuego.
Junto al del “Ave María” este es uno de los
símbolos más significativos de María Santísima, y tradicionalmente el más
importante para identificarla como “Mater Dolorosa”. Es el símbolo que
identifica a la Virgen
de los Dolores porque representa los “siete dolores de María” en contraposición
a los “siete Gozos”. En él podemos
apreciar un corazón coronado con una llamas de fuego, que representan el amor a
Dios, y atravesado por siete puñales o espadas. El origen de esta
representación es la profecía del anciano Simeón (Lc 2, 35) que anuncia a la Virgen el día de la Presentación de Jesús
en el Templo, que una espada de dolor le atravesará el alma.
¿Cómo se pasó de la Virgen con una espada a la Virgen de las siete espadas?
La verdad es que el número siete, junto con el tres y el cuarenta, es uno de
los números más simbólicos que aparecen en la Biblia. El “siete”
significa “la perfección” “lo perfecto”. Y cuando aparece en las Sagradas
Escrituras, suele aparecer de forma simbólica en este sentido. La Creación se hizo en siete
días, como símbolo de que fue perfecta. El día que los judíos atribuyen a Dios
es el del Sabath, que es el día sagrado, el séptimo día de la semana. Los dones
del Espíritu Santo son siete, como símbolo de perfección.
Cuando hablamos de los Siete
Gozos y los Siete Dolores de María, estamos diciendo de esta manera que María es
plenamente Gozosa y a la vez sufrió los mayores dolores como Madre de Nuestro
Señor Jesucristo. La plenitud de la alegría y la amargura la vivió María a
partir de la Anunciación.
La iconografía ha variado a lo largo de la Historia del Arte
Cristiano, y ha habido diversas formas de representar los siete dolores de
María. Uno como vemos en la
Corona de María Santísima de la Amargura, como un corazón
rodeado de siete puñales y coronado por unas llamas de fuego. Otras veces como
auténticas espadas clavadas que sobresalen del pecho de María y otras como un
único puñal, que suelen llevar todas las Dolorosas en nuestra Semana Santa. La
distribución de los puñales o espadas suele ser alrededor del corazón de María
o bien tres a la izquierda y cuatro a la derecha del pecho. Incluso en Alemania
se llegó a representar en alguna ocasión con los puñales alrededor de la cabeza
de María Santísima a modo de diadema, pero tuvo poca aceptación entre los
feligreses y los imagineros.
Sobre la devoción en sí
misma, decir que ya en el Siglo XIII en Castilla, Alfonso X el sabio en sus
“Cántigas” nos habla de los Dolores de la Virgen María. Pero sin duda
alguna quien más ha hecho por la piedad a los Dolores de María ha sido la Orden de los Servitas. La Orden de los frailes Siervos
de la
Bienaventurada Virgen María (de ahí la palabra servitas), fue
fundada en 1223 en la ciudad italiana de Florencia por siete amigos de gran
ejemplaridad cristiana, y muy conocidos en la ciudad por ser miembros de una
Cofradía famosa dedicada a Santa María.
Una vez que comenzaron su vida mendicante y de oración, aconteció
el milagro: El Viernes Santo de 1239 la Santísima Virgen
se les apareció para encargarles que llevaran un hábito negro, en memoria de la
pasión de su Hijo, y su luto como Madre Dolorosa y para indicarles que
siguieran la regla de San Agustín. Después de esta aparición, acudieron al
obispo de Florencia para regularizar, por así decirlo, su situación canónica. Y,
en efecto, el obispo impuso a los siete el hábito que les había mostrado la Virgen, recibió sus votos y
les dio las sagradas órdenes.
A partir de ahí comenzaron a extender el culto a María, y muy especialmente
la contemplación de sus Dolores. Fue la Orden de los Servitas, junto con los Cartujos, la
que extendió el rezo de Los Siete Dolores de María por toda Europa, y muy
especialmente en España. De hecho, como podemos observar, las Cofradías ligadas
a los Servitas suelen tener la
Advocación de la
Virgen de los Dolores, la Piedad o las Angustias.
Sobre esto también decir lo que La Virgen comunicó a Santa
Brígida de Suecia (1303-1373): "Miro
a todos los que viven en el mundo para ver si hay quien se compadezca de Mí y
medite mi dolor, mas hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y
padecimientos. Por eso tú, hija mía, no te olvides de Mí que soy olvidada y
menospreciada por muchos. Mira mi dolor e imítame en lo que pudieres. Considera
mis angustias y mis lágrimas y duélete de que sean tan pocos los amigos de
Dios."
Nuestra Señora prometió que concedería siete gracias a aquellas
almas que la honren y acompañen diariamente, rezando siete Ave Marías mientras
meditan en sus lágrimas y dolores.
Según San Alfonso María
Ligorio, Nuestro Señor reveló a Santa Isabel de
Hungría que El concedería cuatro gracias especiales a los devotos
de los dolores de Su Madre Santísima.
Los tres ejercicios de piedad
más arraigados en la religiosidad popular donde se contempla la participación
de la Virgen
madre dolorosa en la pasión y muerte de su Hijo, son:
a. El Vía Matris Dolorosae.
b. El “Stabat Mater”
c. La Corona (o Rosario) de los Siete Dolores de María.
Precisamente este último, consiste en la meditación de los Siete Dolores de María, que son
los siguientes:
Primer Dolor - La profecía de Simeón (Lucas 2,22-35)
Segundo Dolor - La huida a Egipto (Mateo 2,13-15)
Tercer Dolor - El Niño perdido en el Templo (Lucas 2,41 -50)
Cuarto Dolor - María se encuentra con Jesús camino al Calvario (IV Estación
del Vía Crucis)
Quinto Dolor - Jesús muere en la
Cruz (Juan 19,17-39)
Sexto Dolor - María recibe el Cuerpo de Jesús al ser bajado de la Cruz (Marcos 15, 42-46)
Séptimo Dolor -Jesús es colocado en el Sepulcro (Juan 19, 38-42)
Nos encomendamos al amor de María Santísima para que nos ayude en este
tiempo que precede al Adviento a prepararnos para la venida de su Hijo, y así
convertirnos en “Hombres Nuevos”.
"
Vamos a pedir ahora al Señor, para terminar este rato de conversación con El, que nos
conceda repetir con San Pablo que "triunfamos por virtud de aquel que
nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni
ángeles, ni principados, ni virtudes, ni lo presente, ni lo venidero, ni
la fuerza, ni lo que hay de más alto, ni de más profundo, ni cualquier
otra criatura podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está en
Jesucristo Nuestro Señor".
De este amor la Escritura canta también con palabras encendidas: las aguas copiosas no pudieron extinguir la caridad, ni los ríos arrastrarla. Este amor colmó siempre el Corazón de Santa María, hasta enriquecerla con entrañas de Madre para la humanidad entera. En la Virgen, el amor a Dios se confunde también con la solicitud por todos sus hijos. Debió de sufrir mucho su Corazón dulcísimo, atento, hasta los menores detalles —no tienen vino-, al presenciar aquella crueldad colectiva, aquel ensañamiento que fue, de parte de los verdugos, la Pasión y Muerte de Jesús. Pero María no habla. Como su Hijo, ama, calla y perdona. Esa es la fuerza del amor."
Amigos de Dios, 237
De este amor la Escritura canta también con palabras encendidas: las aguas copiosas no pudieron extinguir la caridad, ni los ríos arrastrarla. Este amor colmó siempre el Corazón de Santa María, hasta enriquecerla con entrañas de Madre para la humanidad entera. En la Virgen, el amor a Dios se confunde también con la solicitud por todos sus hijos. Debió de sufrir mucho su Corazón dulcísimo, atento, hasta los menores detalles —no tienen vino-, al presenciar aquella crueldad colectiva, aquel ensañamiento que fue, de parte de los verdugos, la Pasión y Muerte de Jesús. Pero María no habla. Como su Hijo, ama, calla y perdona. Esa es la fuerza del amor."
Amigos de Dios, 237