Muchos son los que se plantean qué valor tienen las actitudes cofrades, la vocación cofrade en el seno de una Evangelización que se presenta como renovada y abierta a los nuevos tiempos, cuando el ser cofrade parece que representa unos valores antiguos, pasados de época y desfasados para el mundo en el que vivimos.
En la sociedad en la que estamos, llamada de la Comunicación, las Cofradías deben cobrar un papel muy importante. Cuando nacieron las Hermandades, uno de los muchos fines que tenían era el de “sacar el Evangelio a la calle”. El de dar a conocer los misterios del Evangelio a una población de baja cultura religiosa, que desconocía la Palabra. Se trataba de dar formación cristiana, formación plástica, visual. De evangelizar a aquellos que no conocían la vida de Cristo. “Nadie enciende la lámpara y la pone en un rincón, ni bajo un celemín, sino sobre un candelero, para que todos tengan luz” (Lc 11,33).
Hoy día nos encontramos un mundo secularizado, una humanidad que es consciente de Cristo, y a veces lleva a su vida parte de su mensaje, pero que vive apartada de Dios y su Evangelio. Que desconoce el Misterio de la Redención.
Por eso hay que salir a las calles a anunciar a Cristo y su mensaje. No quedarnos esperando a que vengan a nosotros. Salir a la calle y dar luz en la oscuridad, como hacen simbólicamente los nazarenos desde sus filas con sus cirios.
Por eso es que el fin y el espíritu de las Cofradías y Hermandades está hoy más vivo que nunca. Hay que salir a las calles, a las plazas, a las avenidas y a los barrios, llevando el mensaje de Cristo. En primer lugar las obras de los cristianos cofrades formados y que en el día a día y en el trabajo dan ejemplo de cómo vive un cristiano comprometido (Lc 24,46-48). Y en segundo lugar sacando los templos, los altares, el Evangelio hecho imágenes para que la gente reconozca por las calles a su Redentor, y vea a aquel que tanto nos amó que dio la vida por nosotros. “Ved mis manos y mis pies, que soy Yo.”(Lc 24,39).
Ese será el primer paso para que una vez descubierta la sensación de Dios dentro de él mismo, se acerque a las cofradías, a las Parroquias, y estas le den la formación y el abrazo cristiano que les falta.
Porque quien niega esto, este papel comunicador del mensaje de Cristo de la Cofradías entre aquellos que andan “apartados”, niegan una realidad constatada. No hay duda de que la Semana Santa, en aquellos lugares donde no existen cofradías o Hermandades, está más secularizada, más vacía de contenido cristiano, que aquellas que llenan sus calles con la imagen de la Pasión de Cristo.
Pero para que esto sea cierto, no cabe duda de que es necesario que cada Cofradía, cada Parroquia y la Iglesia en general, luche para que se le den a los actos de culto público, un carácter eminentemente religioso, frente al cultural o turístico que se nos pretende imponer desde diversos ámbitos.
Otra labor fundamental de las cofradías en la Nueva Evangelización, es la formación interior de sus miembros.
El movimiento cofrade es una de las asociación religiosa que más miembros tiene. Por eso es fundamental que la renovación cristiana se de muy especialmente dentro de cada cofradía.
Las Juntas de Gobierno, la Federación de Cofradías y la Iglesia en general, tienen una responsabilidad moral, humana y cristiana muy importante con los jóvenes que están en cada hermandad. Un toque de corneta, un costal, una mecía del paso de palio, hacer penitencia junto a la imagen de Cristo, la magia de un nazareno recorriendo las estrechas callejuelas, la tradición familiar.....son tantas las motivaciones que llevan a un joven a querer vivir su vocación cristiana en el seno de una Hermandad.
Por eso es obligación nuestra, a veces más que la de ellos, y seremos responsables ante Dios si no lo hacemos, la de acercarnos a ese joven y ofrecerle una formación seria y adecuada. La de promover su fe y la de evangelizarle y alentarle a vivir con coherencia su compromiso.
Y lo mismo con las familias. Este año, ante el Encuentro Mundial de las Familias de Milán (EMF) el mensaje de Benedicto XVI, reafirma la importancia del trabajo con las familias. Las Cofradías tienen un campo magnífico para evangelizar desde la familia, para ayudar a llevar la fe a las familias, para unir en la oración a numerosas familias cofrades que acuden a su cofradía. Este papel es fundamental. Hay que darle una importancia primordial a las familias que están integradas en una Hermandad.
Como vemos son muchos y muy importantes los caminos que mueven a las Hermandades en el seno de la Nueva Evangelización que promovío en su momento S.S. el beato Juan Pablo II al comienzo de este nuevo milenio y que actualmente Benedicto XVI, también ha hecho suya.
Por eso las Hermandades deben proponerse como objetivo prioritario la formación cristiana, de niños, de jóvenes y de adultos y la profundización y profundidad de sus cultos.
Porque sabemos que el futuro de nuestra sociedad, de nuestra Iglesia y muy especialmente de nuestra Semana Santa, es la formación y vida cristiana de nuestros jóvenes y familias.
Una Semana Santa llena de Cofrades sin profundidad, sin amor a Dios es una Semana Santa sin presente y sin futuro.
Que el Nuestro Señor Jesucristo nos ayude a ser fieles en nuestro compromiso humano y cristiano. Y que este año seamos bendecidos en nuestra labor bajo el manto de María Santísima.